El Botox es una toxina proveniente de una bacteria llamada Clostridium botulinum la cual produce una enfermedad que se llama Botulismo que procede del latín botulus = salsa, pues se sospechaba que en la salsa de carne se encontraba la explicación de esta enfermedad, durante las guerras napoleónicas, entre los años 1795 y 1813 hubo grandes epidemias. En Alemania por el Dr. Justinus Kerner, entre los años 1817 y 1822 sugirió medidas de prevención, tratamiento y planteó un eventual uso terapéutico de ella.
Pero Fue Hasta los años 1885 que Claude Bernard había dicho que “los venenos pueden emplearse tanto para destruir vidas como para el tratamiento de los enfermos”, en 1968 los norteamericanos Allan Scott y Edward Schantz le tomaron la palabra e iniciaron los estudios de las bondades curativas de la toxina botulínica, que había sido investigada durante la segunda guerra mundial por los profesores Fred y Baldwin y bajo los auspicios del ejército, montaron un laboratorio en Camp Detrick (luego Fort Detrick) para investigar el problema de la guerra tóxica y proponer soluciones defensivas. Allí pudo Carl Lamanna obtener la toxina botulínica tipo A en su forma más pura y cristalina, con una fracción tóxica de 150.000 dalton, unida a otra fracción no-tóxica de 750.000 dalton que la protegía de la digestión enzimática en el intestino, los estudios de Fort Detrick tuvieron una aplicación a partir de 1970, con un intento para controlar el estrabismo rebelde.

Por otro lado, debido a su fácil diseminación y alta tasa de mortalidad, la toxina botulínica es considerada un arma biológica.
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